sábado, 1 de agosto de 2009


Llegué a esta casa cuando las peras estaban naciendo en los árboles,
cuando en el jardín se manchaba de rojo
por las ciruelas parcialmente comidas por los colibries,
llegué cuando aún no venían las lluvias
y había que solidarizarse con el pasto
y los árboles organizando sesiones de riego cada día,
ahora ha estado lloviendo, las ciruelas se acabaron,
las peras están maduras y caen con un sonido grave y seco en el pasto,
la casa tiene ecos incluso para esos sonidos,
el jardín crece desordenado y me empuja hacia afuera,
no me necesita más, empaco las últimas cosas en las pausas de este libro,
y miro al cielo a cada tanto, pero las nubes siguen presionando...


Edel Juárez...

Siempre he sido mi casa
el lugar al que vuelvo cuando todo oscurece
me encierro y miro por la ventana la noche,
mi corazón desnudo,
te dibujas en el cielo como tormenta que se acerca
viene el viento devorando distancia,
calándome hasta los huesos, rugiendo porque no contesto...
no vuelo por no saber que el cielo me tiene un lugar preparado
me dedico a ver como arrancas suspiros y árboles a tu paso
desde mi casa, mi ventana te adimira
yo solo soy un espectador,
alguien que ha aprendido a corear a tu pasión gritando miedo
esperando siempre ha sido mi casa
y a puertas abiertas... te espero.


Edel juárez...

Fíjate donde caminas...


Fíjate donde caminas
me dijo mi padre que es a la vez un búho y una nube grande
De cada paso guardo un recuerdo
de cada adiós un hasta luego
de cada libreta, el silencio del último verso.

A donde quiera que fui no me esperaban
en cualquier esquina encontraba un futuro muerto
y en el horizonte alcance a ver el presente huyendo

Fíjate bien donde caminas
ten cuidado de que tus pies te acerquen en realidad a tu destino.
Huye de los recuerdos como de los prestamistas
se transparente como medusa,
y por quemar, quema todo ante tu partida

No busques ser perfecto, tan solo se honesto aunque no lo merezcan
aviva los sentidos y las pasiones
cultiva plantas curativas en tu sombra
y peces de colores en el pecho y en las palmas de las manos

Mata tus miedos, ahogalos en la pileta
y pon tu ropa sucia a remojar en esa agua luego
que no te quede una mancha, un pelo,
o un intestino colgando.


Edel Juarez...

Aeropuertos...


De pie, frente al área de llegadas, he descubierto que el amor concentrado
por la espera vuelve a los humanos seres blandos que,
de un momento a otro, desaparecerían por las coladeras;
actitud tan solo pospuesta por el infinito placer que supone
el encuentro con la persona amada.
Más tarde, por los sólidos pasillos,
se pueden escuchar las risas de los muros
y las pantallas al ver como los enamorados,
van dejando tras de si residuos de su amor diluido,
un líquido espeso sobre las lozas del un suelo superabsorvente
que lo esconde, para aquellos a quienes nadie espera,
no se den un balazo con las gomas de la fuente de sodas.
Todo es parte de un tratado antiguo
que explora la duración del tiempo con respecto a nuestra prisa
y nuestros acompañantes.
No puedo mencionar con exactitud sus postulados,
pero supongo serán lo suficientemente congruentes para no dar
a mi relato mas validez que la que el lector suponga necesaria,
en cuyo caso comprenderá de que he estado hablando,
y sabrá a ciencia cierta que no ha perdido el tiempo
si ha llegado hasta este punto, sino al contrario,
habrá ganado tiempo mientras espera
y se niega a derretirse frente a un vuelo retrasado.
Edel Juárez...